Tres para septiembre

Lunes, un bar del botxo, dos del mediodía pasadas, la tele repasando la jornada dominical futbolera y más concretamente el enésimo bochorno del Athletic. Declaraciones de los futbolistas: «Esperemos que el próximo entrenador sea de nuestro agrado», dice Yeray. Alguien se queja desde la barra: «estos no han trabajado en su puta vida». La pantalla muestra a Kepa a continuación: «tendremos que adaptarnos a lo que el nuevo entrenador quiera». Bueno, esto parece otra cosa. Claro que es el portero, el que menos corre y menos adaptación necesita.

Entre sorbo y sorbo uno recuerda las palabras que, convenientemente ampliadas por los medios, recientemente cruzaron Mikel Rico y Cuco Ziganda en rueda de prensa, cuando el divorcio era irresoluble y los últimos partidos una agonía. Y cómo olvidar la bravata de Aduriz en la previa de Marsella, «quién no crea en la remontada, que no venga a San Mamés», algo que preferimos interpretar como arenga desesperada. O, ya puestos, las palabras de San José hablando del grupo de Europa League, como si el Zorya fuera el Milán de Van Basten y el Ostersunds el Dream Team de Cruyff. Será eso, que no tenemos ni puta idea.

Así que con la osadía que nos da la ignorancia, he aquí un par de apuntes sobre una temporada de suspenso a todos los niveles.

Suspenso a Cuco por no haber estado a la altura de lo que su cargo exigía. ¿Ha habido alguna idea de juego definido? ¿Algo a lo que asirse en momentos de zozobra?

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Suspenso a los jugadores que, independientemente del míster y salvo honrosas excepciones (Iago Herrerín salvó la Europa League, Nuñez ha demostrado su valía y poquito más que destacar), han estado por debajo de su nivel o, cuando menos, de su salario. Segunda peor clasificación histórica. Y si eso no lo dice todo, siempre tendremos los rumores de vestuario, la falta de feeling y demás paños calientes de los millonarios prematuros (y mingafrías, añadiría Clemente).

Suspenso a una directiva pusilánime, sin plan B y sin arrestos para cesar, fuera en diciembre o en febrero, a un entrenador incapaz de reconducir la nave. No llegar a Europa o quedar un mísero puesto más atrás suponen pérdida de ingresos. Curioso que los economicistas del club no repararan en ello, cuando encima hay que leer que Cuco cobrará los dos años íntegros.

¿Y a quién se le ocurre firmar por dos años a un entrenador muy lejos de ser top? A Josu Urrutia, amigo del míster. Pero no contento con eso, ha renovado este mismo año a jugadores con un rendimiento muy pobre. Las cifras las desconocemos. Habrá que esperar a que El Correo suelte la enésima mentira del mes para variar y así enterarnos vía comunicado de por dónde van los tiros.

Bendito verano. Por cierto, suena Mendieta.