Manzanares, río de sangre y ríos de tinta

No acostumbramos a hablar de ultras pero el tratamiento mediático generalizado al asesinato de Jimmy nos obliga a redactar estas líneas en la medida que nos concierne como hinchas mínimamente concienciados.

Dicho brevemente, los nazis del Frente Atlético asesinaron y echaron al río a un hincha antifascista. No es la primera vez que matan cobardemente, ya lo hicieron con Aitor Zabaleta hace 16 años, pero esta vez tenían una excusa que policía, directivos y medios en general han abrazado con fervor: cosas de ultras y una supuesta quedada previamente pactada vía whatsapp.

Cada vez parece más probado que no hubo tal quedada y sí un chivatazo por parte de un ultraderechista coruñés que posibilitó la fatal emboscada. No obstante, los media siguen manteniendo machaconamente una hipótesis cada vez más devaluada pero de gran calado en el ciudadano medio. Un mensaje simplista y de fácil absorción que ha mutado de la equidistancia inicial al linchamiento público del finado.

Roncero y demás juntaletras pontificando cuando han alentado rivalidades hasta niveles malsanos y se han fotografiado alegremente con ultras, Julio Salinas desbarrando cual ignorante y Deportes Cuatro dando lecciones de moral y ética periodística. Los presentadores de este último espacio, no contentos con explotar el morbo mostrándonos encapuchados (Antonio Salas, la hermana de uno que viajó con Riazor Blues y uno del Frente), se extrañan porque Iraultza homenajee a Jimmy, habida cuenta de que había quedado para pegarse y, además, tenía antecedentes. Primero una mentira, después un dato intrascendente a mala fe (sólo 24 horas más tarde se demuestra que lo de los antecedentes también era trola). En casa, El Correo explota el morbo diciendo que el muerto se peleó en Bilbao hace años y ETB sigue la estela del resto: «reyertas de ultras». 13TV sostiene que «pegar con un hierro y tirar a alguien al río no implica intencionalidad de matarlo«. Trataríase de un experimento científico entonces, no te jode. El premio al menor decoro va, cómo no, para La Gaceta, que se basa en una psicóloga afín al Doctor Mengele para titular «Jimmy tenía una edad mental de 12 años». Del asesino ni media palabra.

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Lejos de ser una boutade más, la cita sintetiza bien el tratamiento que los mass media han dado al caso, poniendo el foco en la víctima y no en la agresión y su motivación política. La maniobra no es casual pues permite desviar la atención y evitar el descrédito de policía, directivos y demás agentes, ocultándole a la opinión pública su inutilidad y/o complicidad.

La policía sabía de la cita frentista a horas intempestivas y el Deportivo avisó del viaje de Riazor Blues. El operativo policial falló (¿a posta?) y dio vía libre a los neonazis para atacar a un grupo de izquierdas. Filtrar «información» a los media no maquilla la jugada policial. España es un país oficiosa y sociológicamente franquista en muchos aspectos, sin «juicios de Nuremberg» ni depuraciones en dependencias policiales, lo cual se evidencia en la proximidad ideológica de las FSE con posiciones ultraderechistas. Por eso no extraña que la red nos muestre fotos de un «supuesto» frentista posando junto a una lechera engalanada con una céltica sobre fondo rojigualdo. Para que luego nos vengan con polladas de ACAB.

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Lamentablemente, tampoco es de extrañar que haya más detenidos entre los Blues, a quienes la pasma embaucó y engañó de mala manera, que entre los posibles ejecutores del asesinato. Que, encima, los tuits riéndose de Jimmy se multipliquen impunemente nos da una idea de la doble vara de medir de la policía, que bien se afana capciosamente en perseguir comentarios de índole contraria. La voluntad policial parece depender, pues, de sus simpatías ideológicas. Y el Estado lo ampara, no se nos olvide.

En similar espectro ideológico se mueve Tebas. No se sonrojó cuando el domingo afirmó que la jornada se habría suspendido si el muerto «hubiera sido un aficionado normal«. Claro que la normalidad para el presi de la LFP bien puede ser que un ultra te apalice y te tire a un río. Al fin y al cabo entra dentro del modus operandi de Fuerza Nueva, organización ultraderechista de la que Tebas fue destacado dirigente. Lo que no ha verbalizado pero sí demostrado con el fulminante cese de Lendoiro como embajador de la liga por haber acudido éste al funeral de Jimmy es que el finado no es digno ni siquiera de un mínimo de calor o respeto. Si Lendoiro nos parecía un cacique despreciable de dudosa moral Tebas se empeña en superarlo.

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Otro oscuro personaje es Jesús Gil, indultado por Franco después de haber provocado la muerte de 58 personas construyendo casas con papel y moco en Los Ángeles de San Rafael. Su relación de amor-odio con los ultras daría para un serial pero es evidente que él, su familia y sucesivas directivas han actuado, cuando menos, con connivencia hacia el Frente Atlético. Propaganda nazi, racismo a espuertas, banderas franquistas y mofas continuadas hacia Zabaleta han sido tónica general durante años y ni directiva, ni fiscalía, ni policía, ni Tebas ni muchos periodistas que hoy tratan de aleccionarnos levantaron la más mínima voz. Para que ahora Simeone nos cuente milongas, ABC nos diga que los del Frente se ponen «ciegos a churros» en sus desayunos post-gaupasa o Martín Vázquez nos venga con que «no todos los del Frente son iguales».

Fijáos que malo era Jimmy, mirad cómo los extremos se tocan, todos los ultras son iguales, nos dicen los medios, evitando hablar del vil asesino y cayendo en una falaz equidistancia e irresponsabilidad ética y política al equiparar neonazis con antifascistas. El antifascismo reducido a films Made In Hollywood sobre el ghetto de Varsovia. La política fuera del fútbol, nos insisten aquellos que hacen negocio y abuso político del mismo. Hipócritas.

Existe un problema político de hondo calado tras este asesinato, más allá de la mentalidad ultra, esa misma que los frentistas se han saltado a la torera portando navajas, pero ya sabemos que el debate constructivo no se estila por estos lares. Andémonos, pues, precavidos con los medios de comunicación, que rápido manipulan, explotan el morbo y reescriben la historia. Sin ir más lejos, esta misma semana Diario Vasco escribía que Cabacas murió «alcanzado por una pelota de goma». De la autoría de la Ertzaintza y su posterior silencio, omertá mafiosa disfrazada de corporativismo y amparada por PP, PNV y PSOE, ni media palabra. Deliberadas omisiones en Vocento e invenciones en TVE1, que anoche mismo enmarcaba el asesinato de Cabacas en medio de una trifulca entre hinchas del Athletic y el Schalke 04. Así se crea la opinión pública.

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